He estado probando un cargador Anker 737, que de los nuevos modelos de la gama GaNPrime de la marca es el que me parece que ofrece mejor combinación de tamaño, peso y potencia como para usarlo de cargador de viaje. Y es que da hasta 120 vatios a repartir entre sus tres puertos USB. Otra cosa es que tus dispositivos sean capaces de aprovechar toda esa potencia.

Según la combinación de puertos que uses, esta es la potencia máxima que entrega el 737:

Un puerto: 100 W en los puertos USB-C; 22,5 en el USB-A.
Dos puertos: 120 W entre los dos puertos USB-C; 120 W entre el puerto USB-C superior Y el USB-A; 24 W entre el puerto USB-C central y el USB-A (ojo aquí).
Tres puertos: 120 W.

Pero aquí la clave es lo de la potencia máxima. Porque por ejemplo mi MacBook Air M1 no es capaz de cargar más que a unos 35 W. Lo mismo pasa con un Air con procesador Intel i7. Así que quedan como unos 50 W «desaprovechados», aunque el 737 es capaz de cargar los dos ordenadores a la vez sin problema alguno.

Esto es una limitación del hardware de los portátiles, ojo, no del cargador. Así que, aunque sobre el papel el 737 tiene cuatro veces la capacidad del adaptador de 30 W de Apple que viene con el ordenador, el ordenador no se carga en la cuarta parte de tiempo. Pero sí es cierto que la potencia extra del 737 permite que el ordenador se cargue con más potencia que con el cargador de Apple, que no pasa de unos 20 W de potencia disponible para cargar. Así que en vez de las 4 h 30 que necesita el cargador de Apple para cargar la batería tras haberla dejado vacía, el 737 se apaña con 3 horas. Otros dispositivos que no tengan esta limitación cargarán con más potencia.

Aparte de los dos portátiles citados, he probado a cargar iPhones y teléfonos Android; iPads; tabletas Android; lectores de libros electrónicos Kindle y Pocketbook; y baterías portátiles, todos ellos con cero problemas.

Eso sí, tendrás que asegurarte de que usas los cables USB-C adecuados para soportar los 120 W de potencia máxima del adaptador. O que soporten el máximo de carga del dispositivo que vayas a conectar. Lamentablemente, no todos los cables USB-C son iguales, lo que es un follón del quince.

Dos pequeñas pegas

Sólo tengo dos pegas con el 737: una, que le falta un led que indique que está recibiendo corriente en cuanto lo enchufas. Tampoco estarían de más unos ledes en los puertos USB para indicar que están activos, pero eso me da más igual; ya puedes ver en el dispositivo que tengas enchufado si se está cargando.

La otra, que el enchufe de corriente es fijo. Prefiero los cargadores que tienen un cable que puedes conectar y desconectar, como por ejemplo el mismo de Apple o el Anker PowerPort Atom III Slim, que es el cargador que llevo siempre conmigo. En el caso del 737, como tengas que enchufarlo detrás de una mesita de noche o en el típico enchufe no muy bien pensado que está detrás de la mesa de trabajo en un hotel, tendrás problemas. Aunque lo podrás solucionar si te haces con un cable que tenga un enchufe macho acodado para la pared y un enchufe hembra en el que conectar el 737. Si no lo encuentras hecho, te lo puedes hacer por pocos euros. O, si no, seguro que en la tienda de electricidad del barrio te hacen uno sin problemas.

Por lo demás, el 737 ocupa poco: mide 43×32×80 mm (enchufe de corriente aparte en estos 80 mm), aunque es sorprendentemente pesado con 187 gramos. O más que pesado, sorprendentemente denso para su tamaño.

Tiquismiquismos aparte, con los tres puertos del 737 puedo cargar sin problemas el ordenador, el móvil y un lector de libros electrónicos o algún otro gadget que se cargue por USB con un sólo cargador, que para mí es el objetivo de los cargadores de viaje. El 737 es, además, absolutamente silencioso; no emite ningún tipo de zumbido ni nada parecido, lo que según lo ligero que tengas el sueño es de agradecer.

Así que no tengo ningún problema en recomendarlo, pero mira antes que tus dispositivos vayan a aprovecharlo. Sale por 95 € en Amazon.

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