El 8 de marzo de 2014 el vuelo MH370 de Malaysia Airlines entre Kuala Lumpur y Beijing desapareció sin dejar rastro. Sólo año y pico más tarde unos restos aparecidos en Madagascar y unos meses después en Mozambique parecen confirmar que en efecto se estrelló en algún lugar del sur del Océano Índico. ¿Por qué? Pues sin que hayan aparecido los restos del avión y sus cajas negras lo más probable es que nunca lo sepamos; y así lo dice el informe final sobre su desaparición. Pero eso no ha sido obstáculo para que en MH370: el avión que desapareció (en Netflix) hayan dado pábulo a un par de teorías a cual más descabellada. Ya podía haber desaparecido el documental.

En realidad el documental maneja tres teorías: una, que fue el comandante del avión el que, de alguna manera, desconectó sus sistemas de comunicación y se las apañó para poder tomar el control y llevarlo hacia ese remoto punto del Índico en el que, agotado el combustible, se estrelló.

Que no es que haya ninguna prueba de que esto haya sido realmente así, ojo. Pero es que frente a las otras dos teorías que presenta el documental, esta casi parece razonable. Y ya se sabe lo que dice Ockham. O aquello que decía Carl Sagan de que afirmaciones extraordinarias requieren evidencias extraordinarias.

Porque las otras dos teorías… mi madre las otras dos teorías. Una, defendida por el periodista Jeff Wise, es que unos agentes secretos rusos que iba a bordo del avión se hicieron con el control desde la bodega de aviónica y lo llevaron a Kazajistán. Lo de que haya habido señales intercambiadas entre el avión y un satélite Inmarsat que indican que voló hacia el Índico da igual. Los superagentes rusos también las falsificaron. Lo de que no se pueda dirigir el avión desde la bodega de aviónica… pues es un detalle sin importancia. Según Wise, secuestrar y hacer desaparecer vuelo 370 fue para desviar la atención de la anexión de Crimea por Rusia, en aquel entonces en marcha, y, de algún modo, del derribo del vuelo MH17 de Malaysian que ocurrió cuatro meses después de la desaparición del vuelo 370.

La otra, defendida por la periodista francesa Florence de Changy, es que en la bodega del avión iba algún tipo de tecnología que los Estados Unidos no podían permitir que llegara a China. Y como no consiguieron convencer al comandante de que cambiara el rumbo a pesar de que dos AWACS de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos estuvieron interfiriendo sus comunicaciones… pues no quedó más remedio que derribarlo. Changy tiene un libro al respecto, claro.

Sólo faltan Giorgio Tsoukalos y sus alienígenas. Que casi habrían tenido más sentido.

Sí, es cierto que en el documental dan algunos –pocos– minutos a otras personas que dicen que las teorías de Wise y de Changy son descabelladas. Pero no es de recibo que hayan dado tanta cancha a esas dos teorías que en realidad no soportan un mínimo escrutinio. De hecho, como decía arriba, hasta hacen parecer razonable la de que fue el comandante el que decidió suicidarse llevándose con él al pasaje y su tripulación, aún cuando tampoco hay pruebas de ella.

Madre mía vaya cuatro horas perdidas de forma más tonta. Aunque en realidad fueron menos porque como al poco de empezar el segundo capítulo empecé a ver la serie a 1,5×. De verdad, hay miles de cosas mejor que ver.

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