Destination: Void. Por Frank Herbert. WordFire Press (12 de junio de 2011). 272 páginas.

En un futuro no determinado pero aparentemente no demasiado lejano siete países de la Tierra colaboran en un proyecto para crear una inteligencia artificial. Pero tras una desastrosa experiencia en una isla cerca de la costa de los Estados Unidos han trasladado la base de operaciones del proyecto a la Luna.

Y, como no se fían, tampoco intentan crear esa IA en la Luna sino en una nave espacial interestelar con destino a Tau Ceti. Esa nave lleva a bordo miles de colonos y animales en estado de hibernación, así como todo lo necesario para colonizar el planeta, planeta que por otra parte no existe. La nave está controlada por un cerebro humano incorpóreo, conocido como Núcleo Mental Orgánico u OMC por sus siglas en inglés. Y a bordo van otros dos de reserva por si acaso.

Pero la nave está mal diseñada a propósito con la idea de que empiece a fallar a las pocas semanas de haber empezado su viaje. Y de hecho al principio de la novela los dos primeros OMC están en estado catatónico y el tercero ha asesinado a dos miembros de la tripulación de control que debe asegurarse de que todo funciona correctamente antes de entrar también en hibernación.

Así que a los que quedan vivos no les queda más remedio que asesinar al OMC enloquecido y sacar de hibernación a una compañera para que les ayude a mantener el control de la nave usando el ordenador de a bordo, que necesita supervisión humana por los múltiples fallos que se producen en la nave. Con lo que pronto llegan a la conclusión de que su única opción es desarrollar una IA que se pueda hacer con el control de la nave en los siglos que le llevará llegar a Tau Ceti. Si es que son capaces.

Claro que, sin ellos saberlo, todo está mal diseñado a propósito para que lleguen a la conclusión de que necesitan una IA y que se expriman las meninges bajo la presión de que todo falla.

La novela es una interesante reflexión acerca de lo que es la inteligencia, la consciencia, el libre albedrío, e incluso la libertad, pues tanto la tripulación de la nave como los colonos son clones. Clones considerados fungibles por la corporación que dirige el experimento, que es la séptima vez que lo repite; todos los anteriores intentos terminaron con la destrucción de la nave. Pero clones con pensamientos, sentimientos y, suponemos, voluntad propia. Si es que la voluntad propia existe. Además, siendo una novela de Frank Herbert, la religión también juega un importante papel en las reflexiones de quienes la protagonizan.

Esta novela tiene tres secuelas escritas junto con con Bill Ransom: El incidente Jesús (1979); El efecto Lázaro (1981); y El factor ascensión (1988). Tanto Destino: El vacío como las otras tres están descatalogadas en español. Por eso arriba enlazo la versión en inglés.

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